domingo, 30 de noviembre de 2014

Los Cromos

A comienzos del siglo XIX aparecen los primeros cromos en forma de simples grabados en blanco y negro, los cuales a menudo, algunos niños solían colorearlos a mano. A partir de 1820, los cromos comenzaron a ser más elaborados, adquirieron relieve adoptando un aspecto tridimensional.

La editorial más antigua de cromos troquelados, Mamelok Press Ltd. era conocida con el nombre de M&S (Mamelok & Söhne).

En el año 1837 apareció la cromolitografía, a partir de entonces, las técnicas de impresión se revolucionaron permitiendo un considerable aumento en la producción, la cual era artesanal en aquel momento. Más adelante, la empresa Mamelok comenzó a manufacturar cromos de mayor atractivo, a color, con diferentes estampados, barnizados, con relieve y troquelados. La empresa emergería como el principal fabricante. Los panaderos y reposteros de Alemania empezaron a utilizar estos cromos en la decoración de sus bizcochos y tartas que elaboraban para ocasiones especiales.

Los cromos solían coleccionarse y pegarse en álbumes de todo tipo, en diarios, en carpetas, en tarjetas de visita, en felicitaciones de 
Navidad, San Valentín, Pascua y de cualquier otra celebración típica. Algunas personas los pegaban también en tarjetas que anunciaban acontecimientos o celebraciones familiares, nacimientos, bodas, etc.

Servían también para decorar cajas de madera, muebles, pantallas, mamparas y todo tipo de objetos decorativos mediante la técnica francesa denominada Decoupage. En el año 1934 Mamelok trasladaría su sede y maquinarias a Gran Bretaña donde seguiría su actividad comercial hasta la actualidad, casi 200 años después de sus inicios. Sus talleres en la ciudad de Bury, donde la compañía se ubicó definitivamente en 1968, se han convertido en un lugar de culto y peregrinaje para los aficionados que visitan Inglaterra.





Los cromos o estampas, al igual que ahora, se vendían en los kioscos dentro de un sobrecito, y a parte se vendía el álbum. En un principio los cromos eran la mayoría didácticos, como eran las colecciones de 20.000 Leguas de Viaje Submarino, La Isla del Tesoro, Quo Vadis, etc. Ahora ha derivado a cualquier tema que podamos llegar a imaginar.

Actualmente, cualquier chaval tiene dinero para comprarse los cromos, o directamente se los compran los propios padres. Pero antiguamente eran pocos los que tenían este privilegio, la mayoría de los niños conseguían el dinero a través de propinas ayudando en alguna tienda o haciendo algún recado, y si no, de la perra gorda que le daban sus padres para el bocadillo, compraban menos cantidad, para poder así ahorrar parte de este dinero durante la semana y después comprarse los cromos.

El juego de los cromos se puede resumir en la ilusión de coleccionar las estampas de un álbum al completo. Afortunado era aquel en el que caía en sus manos los cromos más escasos, los menos repetidos, los más difíciles de conseguir, y por tanto los que más valor tenían y más codiciados eran. Eran aquellos que los fabricantes decidían editar en menor cantidad, por lo que era más difícil hacerte con ellos, ya que casi siempre todos los niños tenían al final repetidos los mismos cromos.

La colección de cromos llegó a convertirse en una moda, sobre todo aquellos que estaban relacionados con el fútbol. Cada año, aproximadamente un mes antes de que comenzara la liga de fútbol aparecían nuevos cromos, con los jugadores de cada equipo. Se solían llevar en un taco sujeto por una goma, y preguntabas al resto de niños si también tenían cromos, si te cambiaban algunos o si se los jugaban. La única forma para conseguir cromos para completar el álbum era comprándolos, cambiándolos o apostándolos en los juegos.


Según la definición de la RAE, el cromo es una estampa, papel o tarjeta con figura o figuras en colores, especialmente de menor tamaño destinada a juegos y colecciones propios de niños.

Los cromos pueden ser de muchos tipos y materiales, con los años cada vez más variados y elaborados. Los cromos pueden ser de papel, de cartón, de plástico… originalmente, los cromos estaban hechos de cartón fino y los coleccionistas debían pegarlos al álbum con pegamento. A finales de los sesenta se ponía unos pequeños triángulos adhesivos por ambas caras en la parte superior de los cromos para que pudieran pegarse sin tener que utilizar pegamento.

Era muy amplia la variedad de cromos, estampas que se coleccionaban. Algunos niños que tenían dinero se compraban los cromos o estampas que estaban de moda en aquella época. Pero eran muchos los niños que no podían permitirse este lujo tan a menudo. Muchos niños solían coleccionar los santos que aparecían en las cajas de cartón de las cerillas, los recortaban y los guardaban para coleccionarlos o para jugar después con sus amigos a multitud de juegos que eran capaces de inventar.

También se guardaban los papeles de los caramelos, eran típicos los de semana santa.

En las papeletas del azafrán salían también unas estampas que también se tendían a coleccionar y que también se empleaban para jugar con ellas.

Modalidades y reglas de juego
Eran muchos los juegos a los que se podía jugar con los cromos, muchos han sido jugados por millones de niños en diferentes sitios, otros inventados por aquellos que eran más imaginativos, tenían una necesidad y buscaban una forma de solventarla. Eran muchos también los que adaptaban otros juegos conocidos a los cromos, cualquier cosa que pudiera entrar en la imaginación de un niño era válida.

La Pila: Se pone un número común de cromos en juego, cada jugador tiene que poner el mismo número de cromos, a no ser que haya alguno que sea más valioso (difícil de conseguir) y valga por más de uno. Estos cromos se apilan sobre el suelo dejando el dibujo cara arriba, se puede elegir también dejar el dibujo hacia abajo, va en función de gustos.

El juego consiste en golpear la pila de cromos con la mano ahuecada para intentar dar la vuelta al mayor número de cromos posible. Los jugadores irán golpeando la pila en el orden preestablecido, se puede sortear quien empieza. Aquel que consiga voltear algún cromo tras golpear la pila se lleva ese cromo, o cromos si voltea más de uno.

El Monto: Cada jugador con sus cromos, desde una altura determinada uno tiraba su cromo para que este cayera al suelo, el siguiente hacia lo mismo, pero tenía que intentar que su cromo cayera encima del otro cromo que el otro jugador había dejado caer antes, si lo conseguía (lo montaba) ganaba el cromo, sino se seguían tirando cromos.

Había dos formas de jugar, o bien si tu cromo montaba otro te llevabas ese cromo (a montados), o también se jugaba que aquel que montase el cromo se llevaba todos los que estuviesen en el suelo (a todos).

El Alejar: Este juego consistía en sentarse en lo alto de unas escaleras, una vez allí cogíamos nuestros cromos, aquellos que queríamos jugar, y nos colocábamos uno encima de la rodilla, entonces le dabas un golpe (parpirote) para intentar que el cromo se fuera lo más lejos posible. Si eras el que lograba que sus cromos volasen más lejos te llevabas todos los cromos que se habían jugado. No había límite de jugadores, al contrario, cuantos más niños jugasen mucho mejor.

El sube escaleras: Este juego consistía también en conseguir que nuestro cromo fuera el que más lejos llegase, para ello había que subir los peldaños de una escalera, el que más alto conseguía llegar con su cromo ganaba el juego, y por lo tanto se llevaba los otros cromos que otros niños habían puesto en juego.

Los Rompes: Este juego consistía en hacer un círculo en el suelo o en la tierra. Cada jugador tenía que colocar un cromo dentro del círculo. Empezaba uno con una piedra que fuera bien lisa, tenía que tirarla dentro del círculo e intentar sacar alguno de los cromos. Los cromos que conseguíamos sacar eran los que ganábamos en el juego.

Para decidir quien empezaba a jugar se hacía una raya, y a cierta distancia de esta se tiraba una piedra para ver quien se aproximaba más a dicha raya. El que más cerca quedaba era el que comenzaba a jugar.

Los Rompes en la pared: Este juego consistía en dibujar una raya en la pared, esta debía estar a una altura de unos 30 cm del suelo, y desde ella se iban tirando los cromos al suelo. Cuando conseguíamos que nuestro cromo cayera encima de otro lo ganábamos. Este juego requería mucha puntería si queríamos llevarnos los mejores cromos de todos. Si por el contrario nuestro cromo no caía sobre ninguno el siguiente jugador se disponía a probar suerte y puntería.

Al Chapacromo: Este juego consistía en jugar con chapas y cromos, aquí las chapas eran el medio y los cromos era lo que se apostaba. A veces se jugaba solo con cromos, siendo estos también el medio, o con una piedra que se encontraba por el suelo. El juego consistía en dibujar un cuadro pequeño en el suelo con subcuadros que se numeraban del 1 al 5 o del 1 al 10, los números se colocaban de manera aleatoria, el tamaño de los cuadros numerados variaba en función del número que se dibujaba en el, cuanto mayor era el número menor era el cuadrado. A una distancia de unos dos o tres metros se dibujaba una línea desde donde se tiraba con una chapa. El objetivo del juego era conseguir colocar la chapa en el cuadro donde estuviese marcado el número más alto, pues de un bote que había de cromos era el número de ellos los que ganabas. Si la chapa iba fuera añadías uno o mas cromos al bote, según lo que se decidiera en el momento. Cuanto más lejos se dibujaba la raya más difícil era acertar dentro del cuadro y más fácil era que el bote de cromos aumentase.

A veces se decidía dibujar en medio del cuadro un sitio que significase bote, era muy difícil acertar ahí con la chapa pero si lo conseguías te llevabas todos los cromos del bote.

A los Montonicos: Este juego parecido en parte al anterior, consistía en dibujar un cuadrado en el suelo, este a su vez se dividía en subcuadros creando un tablero por lo general de 10x10. En los cuadrados se colocaban de forma aleatoria uno, dos o tres (a veces hasta cinco) cromos creando un montonico, se colocaban un cuadrado sí uno no, de tal forma que entre los cuadros donde habían cromos quedaban cuadros vacíos. Después se dibujaba una raya a una distancia del cuadro de unos dos o tres metros.

Desde esta raya, con una piedra pequeña que te encontrabas por el suelo tirabas al tablero donde estaban los cromos, si la piedra caía encima de los cromos te los llevabas, y si caía en un cuadrado donde no hubiese cromo o fuera del propio cuadro tenías que poner un cromo en el bote. Por lo general se hacían unas 10 tiradas, dependía del número de jugadores y de lo que se eligiese en el momento. Cuando todos terminaban de tirar aquel que había conseguido más cromos se llevaba el bote además de los que ya había conseguido durante el juego.


Os dejo unas plantillas para que podáis hacer vuestros cromos, esta entrada la hago porque mi hija me pidió encarecidamente hace unos días que quería que le hiciera cromos para jugar en el patio del colegio con sus amigos y amigas. Decido imprimirle algunas plantillas y forrarle una de las caras para que se estropeen lo menos posible. Espero que a vosotros también os guste tanto como a ella cuando los vió. ¡ qué bonito que los juegos del pasado regresen en una época en la que prevalecen las nuevas tecnologías!.

CROMOS


















Albumes de cromos










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